El 16 de agosto de 2022, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, firmó la Ley de Reducción de la Inflación (IRA, por sus siglas en inglés) que constituye la primera legislación del país diseñada para combatir el cambio climático.
La ley IRA —que el presidente calificó como “un avance histórico en materia climática”— contempla miles de millones de dólares en inversiones en pro del clima y las energías limpias, que de implementarse, reducirán las emisiones de gases de efecto invernadero de los Estados Unidos en aproximadamente un 40% por debajo de su máximo histórico, lo que representaría que el país llegaría a cumplir dos tercios de su objetivo a alcanzar para el año 2030 en virtud del Acuerdo de París.
Con disposiciones legales que promueven la expansión de la producción eólica y solar, y la intención de acercar la tecnología amigable con el medio ambiente (como vehículos eléctricos) a los bolsillos de la mayoría de los estadounidenses, la ley IRA podrá sin duda acelerar la transición energética de Estados Unidos. Aunque existen algunas condiciones.
¿Qué contempla la ley IRA?
La Ley para la Reducción de la Inflación es un importante paquete legislativo que abarca varios ámbitos, que van desde los precios de los medicamentos hasta los impuestos. Sin embargo, la mayor parte de la ley aborda la protección del clima, con una propuesta de inversión de 369.000 millones de dólares en programas de seguridad energética y lucha contra el cambio climático para los próximos 10 años. Los elementos clave de las disposiciones jurídicas sobre energía tienen como objetivo reducir los costos energéticos en Estados Unidos, aumentar la seguridad energética e invertir en la descarbonización de todos los sectores de la economía a través de soluciones innovadoras.
Para los consumidores, la IRA propone incentivos directos para la compra de vehículos eléctricos, electrodomésticos de bajo consumo y la instalación de paneles solares en los techos, además de un crédito fiscal de 4.000 dólares para los consumidores con ingresos medios o bajos por la compra de vehículos eléctricos usados, y créditos fiscales de hasta 7.500 dólares por vehículos eléctricos nuevos.
Para los fabricantes, la ley incluye más de 60.000 millones de dólares para la manufactura de energías limpias nacionales, así como incentivos para reducir la inflación y el riesgo de futuras crisis de precios, reduciendo el coste de las energías y los vehículos limpios, y aliviando los cuellos de botella en la cadena de suministro. Esto incluye un crédito fiscal de 10.000 millones de dólares a la inversión, con el fin de construir instalaciones de fabricación de tecnologías limpias y 20.000 millones de dólares en préstamos para la creación de nuevos vehículos limpios.
Para la economía en general, la ley IRA ofrecerá subvenciones para hacer frente al cambio climático, en lugar de impuestos sobre el carbono. Invertirá en la reducción de las emisiones de carbono a través de créditos fiscales para fuentes de energía limpias, destinando 30.000 millones de dólares en programas de subvenciones y préstamos específicos, así como créditos fiscales para combustibles limpios y vehículos comerciales.
Se han designado otros 27.000 millones de dólares a un banco verde para incentivar el uso de la tecnología de energías renovables, mientras que la IRA incluye inversiones en las tecnologías necesarias para que todos los tipos de combustible (el hidrógeno, la energía nuclear, las renovables, los combustibles fósiles y el almacenamiento de energía) se produzcan y utilicen de la forma más limpia posible. Esto conlleva subvenciones y préstamos para las empresas que reduzcan sus emisiones, y tasas para los productores con exceso de emisiones de metano.
¿Cuál será el impacto de la IRA con respecto a las energías renovables?
El costo tanto de la energía solar, que la Agencia Internacional de la Energía califica como “la fuente de electricidad más barata de la historia”, como de la energía eólica se ha reducido en los últimos años, y se espera que la nueva legislación haga sus precios aún más competitivos.
En la actualidad se fabrican muy pocos paneles solares en Estados Unidos, pero la IRA propone cambiar este panorama ofreciendo incentivos para que las fábricas nuevas produzcan todos los subcomponentes de la cadena de suministro de la energía solar, pagándole a esas fábricas por cada componente que manufacturen. La IRA restablecerá el actual artículo 451 de las energías renovables, que es un crédito fiscal a la producción (PTC), así como el artículo 48, que es el crédito fiscal a la inversión (ITC), a sus tarifas completas antes de la «eliminación gradual», —justo cuando estos incentivos fiscales estaban a punto de vencer o reducirse—. Esto también implica mayores incentivos para los generadores de energía. Otro tipo de crédito fiscal estaría dirigido a las empresas de energías limpias para que implementen más energía solar, eólica y baterías conectadas a la red, ampliando los créditos existentes a otros 10 años.
No solo eso, sino que se añadirá (por adelantado) un crédito fiscal a la fabricación para los productores de componentes solares y eólicos de Estados Unidos. Mientras tanto, los créditos fiscales para la energía limpia harán que se dispare la demanda de proyectos renovables, así como la producción de nuevos paneles solares, turbinas eólicas, baterías y otros componentes. Y debido a la naturaleza global interconectada de la economía, esto podría ayudar a que dichas tecnologías sean más accesibles también para otros países.
¿Cuál será el impacto de la IRA con respecto al cambio climático?
Algunas estimaciones de la comunidad científica sitúan la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero de Estados Unidos para el año 2030 en torno a un 30-40% por debajo de los niveles de 2005 como resultado de la implementación de la IRA, acercando a Estados Unidos a cumplir la promesa que el año pasado realizó el presidente Biden de una reducción del 50%.
Sin embargo, para algunos grupos defensores del medio ambiente, la IRA no va lo suficientemente lejos, especialmente porque incluye varias disposiciones que aumentan la producción de combustibles fósiles. La agrupación Alianza por la Justicia Climática incluso se ha opuesto a la IRA argumentando que, en este momento, sus daños superan los beneficios.
Y si bien la IRA es una legislación histórica que indica a otros países que Estados Unidos está al frente combatiendo el cambio climático, el país todavía debe recorrer mucho camino en lo que respecta a ponerse al día y alcanzar los avances en materia climática de otros países.
Incluso con la Ley para la Reducción de la Inflación, las inversiones verdes de Estados Unidos desde 2020 están rezagadas comparados con Francia, Italia y Corea del Sur, si se tienen en cuenta las emisiones históricas en base a datos del Observatorio de la Recuperación Global, de la Universidad de Oxford.
Entretanto, en comparación con sus vecinos del sur, Estados Unidos solo está comenzando a legislar sobre el cambio climático. En los últimos años, México, Guatemala, Honduras, Colombia, Perú, Brasil, Argentina, Chile y Paraguay han promulgado leyes climáticas que establecen medidas para promover economías más sostenibles y reducir las emisiones.
Además, gran p arte de la región ya está desempeñando un papel de liderazgo mundial en la generación de energías renovables. En un acto reciente organizado por la iniciativa Duke’s Energy Iniciative, y el instituto Nicholas Institute for Environmental Policy Solutions y financiado por el Departamento de Estado de Estados Unidos, Christine Folch, profesora adjunta de Antropología Cultural de la Universidad de Duke, declaró: “En Estados Unidos obtenemos alrededor del 20% de la electricidad que consumimos a través de recursos energéticos renovables. Obtenemos casi dos tercios de la electricidad que consumimos mediante la quema de combustibles fósiles. Solo hay una región en el mundo en la que no es así, y es en América Latina».
Y añadió: «Lo que esto significa es que mientras estamos pensando en un mundo que supere los combustibles fósiles, mientras pensamos en la política y la economía que surgen de una transición de depender principalmente de los combustibles fósiles a pasar a los recursos de energías renovables, la región del mundo que nos puede mostrar cómo se vería eso es América Latina”.
¿Cuál es el punto de vista de Atlas?
Como una empresa verdaderamente comprometida con la creación de un futuro más limpio y sostenible, Atlas apoya la acción del gobierno estadounidense para promover la inversión en energías renovables y dar pasos imprescindibles con el fin de abordar la urgente crisis del cambio climático.
Que la ley esté a la altura de su promesa histórica dependerá ahora de que estas subvenciones e inversiones masivas puedan implementarse rápidamente y dentro de sus posibilidades. Empresas del sector privado como Atlas, con experiencia en el despliegue de infraestructuras de energías renovables en toda América, desempeñarán un papel importante en la puesta en marcha de la visión de la IRA.
Aunque el mundo todavía tiene un largo camino por recorrer para alcanzar los objetivos establecidos en el Acuerdo de París, la acción audaz de la IRA es un importante punto de inflexión, y esperamos ver más gobiernos de todo el mundo tomar medidas positivas que sean beneficiosas para el clima y para el futuro.
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