La tecnología de los vehículos eléctricos es una de las más prometedoras cuando se trata de reducir las emisiones de carbono en el sector del transporte, pero los beneficios que pueden aportar dependen en gran medida de la procedencia de la energía que utilizan. En la actualidad, muy pocos vehículos eléctricos funcionan con energías renovables. Para que sean una opción realmente verde, esto tiene que cambiar.
La revolución de los vehículos eléctricos ya está aquí. Según la Agencia Internacional de la Energía (IEA, por sus siglas en inglés), el número de vehículos eléctricos para el transporte de pasajeros movilizándose en las carreteras del mundo podría superar los 250 millones en 2030, mientras que la Agencia Internacional de Energías Renovables (IRENA, por sus siglas en inglés) calcula que la flota de autobuses eléctricos y otros vehículos de transporte público podrían sobrepasar ampliamente los 10 millones.
Al tener un motor eléctrico en lugar de un motor de combustión interna, los vehículos eléctricos no emiten gases de escape, lo que significa que, a diferencia de los vehículos tradicionales, no emiten dióxido de carbono, ozono u otras partículas contaminantes al aire que respiramos.
Esto es importante, ya que el transporte representa alrededor de una quinta parte de las emisiones mundiales y los viajes por carretera suponen tres cuartas partes de ese total. La mayoría de las emisiones procede de los vehículos de pasajeros (autos y buses), que son responsables del 45.1%. El otro 29.4% procede de los camiones que transportan mercancías.
Además, esta cifra no hará más que aumentar, ya que el crecimiento de la población y los cambios demográficos demandan cada vez más viajes por carretera, por no hablar del incremento del comercio electrónico que refuerza la necesidad de transportar mercancías y servicios de entrega puerta a puerta
La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que la contaminación atmosférica es la causa de una de cada nueve muertes en el mundo, por lo que transformar el sistema de transporte en uno que funcione con vehículos eléctricos garantizará un futuro más seguro y ecológico para toda la humanidad. ¿Es esto cierto?
Energía contaminante
Los vehículos eléctricos necesitan entre 24 y 50 kWh de electricidad para recorrer 160 km, y esta electricidad proviene de la red. Un estudio del Departamento de Energía de Estados Unidos muestra que el aumento de la electrificación estimulará a su vez el consumo eléctrico nacional hasta en un 38% para el año 2050. Este aumento se debe, mayoritariamente, a los vehículos eléctricos. Pero además, en algunos casos, este incremento en la movilidad eléctrica podría provocar importantes emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) o incluso podría prolongar la vida útil de los combustibles fósiles, si es que los vehículos se cargan principalmente con la energía generada por dichos combustibles.
De hecho, un estudio reciente de la Universidad China de Tsinghua reveló que los vehículos eléctricos que se cargan en China —donde la mayor parte de la electricidad procede de centrales eléctricas de carbón—, aportan entre dos y cinco veces más partículas y sustancias químicas que los automóviles con motores de gasolina.
En el fondo, a menos que la electricidad con la que funcionan los vehículos eléctricos sea limpia, estos nunca serán una opción totalmente ecológica.
Debido a la gran cantidad de vehículos eléctricos que se prevé se pongan en marcha en los próximos años, es crucial que tanto los usuarios como las empresas de servicios públicos encuentren una forma de cargarlos con fuentes de energía renovables. De hecho, los vehículos eléctricos podrían ser la clave para conectar a los sectores de las energías renovables y del transporte, por el bien de todos.
Los vehículos eléctricos podrían ser los mayores compradores de energías renovables
Se calcula que para el año 2030, la cantidad de electricidad necesaria para alimentar a todos los vehículos eléctricos alcance la descomunal cifra de 640TWh. Para ponerlo en perspectiva, las más de 300 empresas mundiales que han firmado el compromiso RE100 de ser 100% renovables compran en total unos 220TWh al año, es decir, algo más de un tercio de esa cantidad.
Esto supone una gran oportunidad y podría posicionar a los vehículos eléctricos como uno de los mayores compradores de electricidad renovable a nivel mundial. No solo eso, sino que las necesidades de electricidad de los vehículos eléctricos podrían aprovecharse para impulsar una mayor capacidad renovable en todo el mundo.
El modelo ya existe: la adquisición de energía renovable por parte de las empresas mediante acuerdos bilaterales de compra de energía (PPA, por sus siglas en inglés) ha creado una importante demanda voluntaria de nuevos proyectos de energía renovable a escala mundial. El año pasado, las corporaciones compraron una cifra récord de energía limpia que ascendió a 23.7 GW, por encima de los 20.1GW de 2019 y los 13.6GW de 2018 —según una nueva investigación publicada por BloombergNEF (BNEF)—, y esto se produjo a pesar de las dificultades causadas por la pandemia por COVID-19 y la consiguiente recesión mundial.
A través de los PPAs, los fabricantes de equipos originales de vehículos (OEM, ídem), los operadores de puntos de carga, los proveedores de servicios de movilidad eléctrica y el creciente número de empresas que se están comprometiendo a cambiar sus flotas vehiculares por eléctricos pueden desarrollar impecables soluciones ecológicas para el futuro, así como facilitar la puesta en marcha de nuevos proyectos de energías renovables. Esto permitirá, además, que el mundo esté cada vez más cerca de cumplir los objetivos del Acuerdo de París.
No se trat a solo de la electricidad con la que funcionan
No solo es importante la energía que alimenta las baterías de los vehículos. La mitad de las emisiones del ciclo de vida de las baterías de litio de los vehículos eléctricos procede de la electricidad utilizada para ensamblarlas y fabricarlas, lo que significa que la combinación de electricidad en las instalaciones de los fabricantes es también una parte clave de la ecuación. Un estudio reciente de IVL (el Instituto Sueco de Investigación Ambiental), descubrió que las baterías de litio producidas en regiones con una red de carbono cero tenían unas emisiones de 61 kg de CO2 equivalente por kWh de capacidad de la batería (CO2e/kWh). Esta cifra se duplica con creces, hasta 146 kg, cuando la electricidad utilizada en la fabricación de las baterías procede de combustibles fósiles.
Por lo tanto, el beneficio climático de los vehículos eléctricos no solo depende de lo ecológica que sea la electricidad utilizada para cargar su batería, sino también de la intensidad de carbono de la electricidad utilizada para fabricar esa batería, lo que crea otro imperativo para que los fabricantes de vehículos eléctricos opten por la energía renovable.
Una red estable
El crecimiento de la flota vehicular eléctrica también podría impulsar el desarrollo de las energías renovables de otras maneras. Los automóviles privados están estacionados el 95% del tiempo, y los responsables de la planificación energética están buscando formas de utilizar este tiempo muerto para resolver uno de los mayores problemas derivados del aumento progresivo de las redes renovables: la estabilidad.
«Dentro de sus posibilidades, los vehículos eléctricos pueden crear una gran capacidad de almacenamiento de electricidad», afirma Dolf Gielen, director del Centro de Innovación y Tecnología del IRENA. «La carga inteligente (que permite cargar los vehículos y, a la vez, mantener la red eléctrica a la que están conectados) desbloquea un círculo virtuoso en el que las energías renovables hacen que el transporte sea más limpio y los vehículos eléctricos soporten una mayor proporción de fuentes renovables».
La tecnología que lo posibilita está todavía en sus inicios: hasta ahora, el Nissan Leaf es el único vehículo eléctrico de producción masiva en el mercado que permite la carga del vehículo a la red (V2G, por sus siglas en inglés). Sin embargo, en Atlas nos complace ver que más fabricantes de equipos originales empiezan a considerar este potencial, por ejemplo, Hyundai, Kia y Lucid tienen previsto incluirla en futuros vehículos.
Con una buena planificación y la infraestructura adecuada, los vehículos eléctricos pueden reducir las emisiones, sustituir a los vehículos contaminantes e impulsar el despliegue de infraestructuras de energías renovables. Además, cuando están estacionados y cargándose, pueden actuar como bancos de baterías, estabilizando las redes eléctricas alimentadas por energía solar renovable. Para los proveedores de energía renovable como Atlas, esto nos da la oportunidad de suministrar cantidades cada vez mayores de electricidad limpia a un número creciente de sectores industriales.
Un impulso hacia la electrificación
Mientras que los gobiernos de todo el mundo van develando sus planes para acabar con la venta de vehículos de gasolina y diésel, no pasará mucho tiempo hasta que los vehículos eléctricos sean el pilar del transporte público y privado. Desde los automóviles eléctricos de propiedad privada hasta las flotas de taxis comerciales y los autobuses eléctricos autodirigidos, los vehículos eléctricos están redefiniendo rápidamente el mercado.
Lo más emocionante de esta situación es lo que significa para la demanda general de electricidad. Las proyecciones de la IEA muestran que la demanda mundial de electricidad crecerá más de un tercio de aquí al 2040, principalmente debido a la incorporación de los vehículos eléctricos, que harán que la demanda de electricidad para el sistema de transporte pase de prácticamente nada a 4,000 TWh al año. De esta manera, se eleva la cuota de la electricidad en el consumo total de energía del 19% en 2018 al 31% en 2040, superando al petróleo y dejando al carbón en el olvido.
En Atlas, vemos esto como una oportunidad sin precedentes para descarbonizar la matriz energética. A medida que los vehículos eléctricos promueven la electrificación, garantizar que esta energía proceda de fuentes renovables nos acercará un poco más a la reducción de las emisiones de CO2 del sector eléctrico y, por ende, a un futuro más sostenible.
Los vehículos eléctricos llegaron para quedarse. Sin embargo, para que sean realmente una alternativa ecológica para el futuro del transporte, es vital que no perdamos la oportunidad de vincularlos con las energías renovables. En Atlas, nuestra estructura bilateral de PPAs implica que podemos ayudar a los OEMs, a los proveedores de infraestructura de carga y a los fabricantes de baterías para garantizar que los vehículos eléctricos sean una propuesta ecológica real e integral.